Fuera del armario, debajo de los focos

La historia de la representación LGBTQIA+ en Hollywood
Pedro Moral | Editor Jefe en Mirada

El 27 de febrero de 2017 en Los Ángeles, durante la 89ª edición de los Óscar, en el momento en que tocaba entregar el premio a Mejor Película, Faye Dunaway dijo “¡La La Land!” ante un balbuceante Warren Beatty. Uno de los productores de la película, Fred Berger, estaba cerrando su discurso cuando alguien avisó de que había habido un error, así que alimentando el desconcierto cerró los agradecimientos diciendo: “Por cierto, hemos perdido”. Fue entonces cuando Jordan Horowitz mostró un segundo sobre con el nombre de la triunfadora y sentenció: “¡No, es para Moonlight! ¡No es una broma!”.

Y así es como casi no premian a Moonlight (2016), la primera película de temática LGBTQIA+ con un óscar en la larga vida de la Academia. La cinta de Barry Jenkins abrió camino, pero en toda su historia Hollywood ha tenido una relación problemática con la diversidad sexual.



El Código Hays, una forma de censura con la que se prohibía la exhibición de películas que violaran “el modo de vida norteamericano”.


Estigmatizar la homosexualidad fue una práctica muy temprana en las películas estadounidenses. En una cinta experimental titulada The Dickson Experimental Sound Film (1894), de William Dickson, se muestra a dos hombres bailando como algo ridículo y jocoso. Nace el concepto sissy, palabra con la que se describía a los hombres “afeminados”, cuya representación fue muy popular durante las primeras décadas del siglo XX. Eran personajes extravagantes con comportamientos amanerados que, por supuesto, no se mostraban atraídos por ningún hombre ya que solo eran homosexuales de manera subliminal y despectiva.

Este representación fue la única forma de dar visibilidad al colectivo LGBTQIA+, incluyendo incluso algún bar gay en escena como en Call Her Savage (1932) de John Francis Dillon. La cosa se puso peor en 1934, con el Código Hays, adoptado por el sistema de producción estadounidense como una forma de censura con la que se prohibía la exhibición de películas que violaran “el modo de vida norteamericano”. Por supuesto, las decisiones sexuales de los protagonistas se limitarían al “sagrado” matrimonio entre un hombre y una mujer.

Varios arquetipos del cine nacieron en torno a estereotipos y estigmas sobre la homosexualidad: el de sissy —si se retrataba de forma humorística, no se percibiría como una amenaza real—, el “amigo gay” de la protagonista —por ejemplo, Kip, el vecino de Katharine Hepburn en La Costilla de Adán (1949)— y el villano —la homosexualidad como sinónimo de maldad—. Durante mucho tiempo, los malos de las películas tenían asociados los estereotipos de personajes gays o lésbicos… Pensad en Anthony Perkins y su Norman Bates en Psicosis (1960) de Alfred Hitchcock.



Varios arquetipos del cine nacieron en torno a estereotipos y estigmas sobre la homosexualidad, como el de “sissy” o el “amigo gay” de la protagonista.


Fue nueve años más tarde del estreno de Psicosis, en 1969, cuando desapareció el Código Hays y el cine empezó a reflejar los cambios de la sociedad estadounidense: la Segunda Ola Feminista, la lucha contra el racismo y, por supuesto, el movimiento de liberación LGBT, con la primera marcha por el Orgullo de la historia.

En 1971 ocurre algo muy relevante, y es que Peter Finch, que en Domingo, maldito domingo interpreta a un médico que compite con una mujer por el amor de un científico, es nominado a la estatuilla. Su personaje, abiertamente homosexual, fue el primero de muchos.

A partir de ahí llegaron unas cuantas obras maestras con personajes diversos que eran claves en el argumento: Cabaret (1972) —con ocho premios de la Academia—, Una jaula de grillos (1996) —la producción LGBTQIA+ más taquillera de la historia— o Tarde de perros (1975) con la gran estrella del momento, Al Pacino, interpretando a un atracador que da un golpe para pagar los costes de la operación de cambio de sexo de su pareja.

Y entonces, en 1983, llegó Cher para hacer historia y ser la primera mujer nominada al óscar que interpretaba a un personaje abiertamente lésbico en Silkwood.



Cher hizo historia al ser la primera mujer nominada al óscar por interpretar un personaje abiertamente lésbico en Silkwood (1983).


Fue una década después cuando el cine de temática LGBTQIA+ alcanzó el estatus de mainstream. Fue Philadelphia (1993) la primera película en convertirse en un fenómeno mundial, reventando la taquilla y multiplicando su presupuesto, con un Tom Hanks en estado de gracia como un joven abogado que es despedido cuando sus jefes se enteran de que ha contraído el sida. Una película que, por otro lado, es perfecta para ejemplificar un cliché cinematográfico denominado en Estados Unidos como “Bury your Gays”, que consiste en matar a los personajes gays o, como mínimo, darles una vida repleta de tragedias o abusos. Siguiendo esta línea, en el año 2000, Hilary Swank interpretó en Boys Don’t Cry a un joven transgénero que es violado y asesinado por sus amigos masculinos cuando descubren que tiene genitales femeninos.

Afortunadamente, este arquetipo narrativo es cada vez menos habitual, ya que ha sido duramente criticado por el colectivo. Obviando la obra maestra de Ang Lee, Brokeback Mountain (2005), hemos disfrutado de una década de películas de gran valor, respaldadas tanto por la crítica como por el público, con tramas y personajes LGBTQIA+ realmente estimulantes: Carol (2015), Los chicos están bien (2010), Call Me By Your Name (2017), etc.



Moonlight fue la primera película de temátiica LGBTQIA+ en ganar el premio a Mejor Película en la 89º gala de los Óscar.


Aunque sin poder evitar levantar ciertas polémicas, como el hecho de que una de las películas más conocidas sobre esta temática, La chica Danesa (2015), no fuera interpretada por una actriz transgénero y fuese Eddie Redmayne, un hombre cisgénero, quién diera vida a Einar Wegener.

Y llegamos al 2017… Barry Jenkins recogía el óscar por Moonlight, mientras los espectadores de todo el mundo cambiaban radicalmente su manera de consumir contenido gracias a plataformas como Netflix, HBO o Prime Video, que abrieron la puerta a una producción de contenidos diversos con una perspectiva positiva y natural.

Un lustro de contenidos interesantísimos que recogemos en este TOP de películas:

  • Call Me By Your Name (2018)
  • Retrato de una mujer en llamas (2019)
  • Elisa y Marcela (2019)
  • Conquista a medias (2020)
  • Solo nos queda bailar (2020)
  • Ammonite (2021)
  • A Secret Love (2020)
  • Uncle Frank (2020)

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